miércoles, 29 de agosto de 2012
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Por Esencialmenteflor.
lunes, 27 de agosto de 2012
El físico Jean E. Charon describe los vínculos entre el Ser y el Verbo (La ciencia descubre el alma)
El "verbo" representa una acción, un movimiento. Y puesto que en un "principio" existía sólo el movimiento cabría preguntarse cuál es el sentido intrínseco de lo que la física llama "el principio de inercia", que afirma que ningún cuerpo varía su estado de reposo o de movimiento uniforme sin la intervención de una fuerza que actúe sobre el. Este principio absolutamente válido para la física clásica no lo es para la física cuántica, o sea, en el nivel subatómico. Y dado que los cuerpos materiales, incluyendo el nuestro, están formados por átomos también lo están por partículas subatómicas. Pues bien, ¿cuáles son las partículas que están en continuo movimiento, las que actúan incesantemente sin que nos demos cuenta de ello? Los físicos responden que son los electrones que se encuentran en el conjunto de los billones de átomos que constituyen un cuerpo material.
Según el modelo atómico de Rutherford, los electrones giran vertiginosamente alrededor de un pequeño núcleo formado por partículas materiales con carga eléctrica (protones) y sin carga eléctrica (neutrones) agolpadas en su interior. Este modelo, en boga hasta 1960, es aún válido para entendernos entre nosotros.
En 1969 se descubrió que tanto los protones (protón en griego quiere decir "unidad fundamental" que constituye la materia) como los neutrones están formados por partículas aún más pequeñas: los quarks. Éstos se cargan eléctricamente y poseen una micro longitud de onda conocida como flavor (en inglés quiere decir "sabor"). Para confundirnos aún más, los científicos clasificaron los flavors por colores: rojo, verde y azul, según su propia longitud de onda. En definitiva, un protón está constituido por tres quarks (dos quarks up y un quark down) al igual que lo está un neutrón, pero con distinta posición (dos down y uno up). Para observar todo esto fue necesario utilizar campos electromagnéticos mucho más potentes que los utilizados a su tiempo por Rutherford, o sea campos electromagnéticos de millares de millones de electrones-volts (un electrón-volt es la cantidad de energía adquirida por un electrón en un campo eléctrico de un volt, y sirve para medir las "fuerzas" utilizadas en los "bombardeos" que se producen en los laboratorios dentro de un acelerador de partículas).
Llegados a este punto tenemos que aceptar que si "desmenuzamos" la materia hasta sus componentes infinitesimales, todo es "onda" (o partículas virtuales) y que la materia en sí no existe.
Por supuesto, éste concepto se halla aún muy lejos de nuestra comprensión común en el momento histórico actual, aunque sea conveniente intentar hacerse a la idea.
Hasta ahora hemos dicho que las partículas que constituyen la materia son los electrones y los quarks. Hay que añadir que cada partícula tiene su "antipartícula" a la cual está unida (Paul Dirac demostró la existencia de un "antielectrón" en 1933 y le llamó "positrón"); así que el quark rojo está unido al anti-rojo, el verde al anti-verde, etc.
Pero no es así de sencillo.
Existe además otro grupo de "partículas" que originan las fuerzas existentes entre las partículas materiales que les impiden colapsar en un estado de fuerte densidad. Así, permiten la formación de estructuras independientes y bien definidas como los protones y los neutrones. A este otro grupo de "partículas" se les denomina "partículas virtuales" y su función consiste en desatar "fuerzas".
Resumiendo, la materia está formada por electrones y quarks, por anti-electrones (o positrones) y anti-quarks, y por "partículas virtuales".
La última categoría de "partículas" no se puede observar directamente a través de un detector de partículas, pero sus efectos sí son medibles. Tales fuerzas reciben el nombre de "fuerzas fuertes" y "fuerzas débiles". Entre las segundas se encuentran la "fuerza de gravedad" y la "fuerza nuclear débil", responsables respectivamente de la atracción gravitacional y de la radioactividad natural. Así que a las partículas que las engendran se les ha denominado, respectivamente, "gravitones" y "bosones".
Entre las "fuerzas fuertes" están comprendidas la "fuerza electromagnética", provocada por partículas virtuales llamadas "fotones", y la "fuerza nuclear fuerte", producida por los "gluones" que ejerce de "cemento" para mantener unidos entre sí los quarks que constituyen los protones y los neutrones del núcleo atómico.
En ocasiones, las "partículas virtuales" se pueden detectar directamente como partículas "reales", al mostrarse como "ondas luminosas" o como " ondas gravitatorias".
Por ejemplo, generalmente, los electrones permanecen en sus orbitales dando vueltas alrededor del núcleo atómico y rechazándose entre sí, porque entre ellos hay un intercambio de fotones (virtuales) no observables directamente. Sin embargo, si dos electrones se cruzan, "chocando" entre sí, se producen "fotones reales", o sea, ondas luminosas visibles, como un haz de luz al acercarse a un cuerpo celeste desvía su trayectoria en el cielo a causa de las ondas gravitacionales de este.
Concluyendo, en el Universo en el que vivimos existe una realidad única constituida por conjuntos de partículas "materiales" (electrones y quarks con sus antipartículas) y por conjuntos de partículas "virtuales" que interactúan con las primeras. Las dos clases de partículas están en continuo movimiento y algunas tienen "memoria", o sea, guardan informaciones.
Volvamos al Evangelio. ¿Podría ser éste movimiento incesante de materia sutil el "Verbo" del que habla Juan Evangelista cuando relata la historia de San Juan Bautista como la de un profeta?
Es un interrogante que se puede resolver si añadimos algo más de lo que escribe en el prólogo del Evangelio: "Por él (en minúscula) fueron hechas todas las cosas" Acabamos de constatar el movimiento rápido y constante de los electrones y de las demás partículas.
El biólogo Sheldrake bautiza aquellos conjuntos de partículas con el nombre de "gérmenes morfogenéticos" (análogos a los electrones y a los quarks) que actúan por "resonancia mórfica" (una especie de memoria o campo de fuerza) desatando unas fuerzas, "campos morfogenéticos" (análogos a los de las"partículas" virtuales), responsables de la formación de los seres vivos.
Si continuamos leyendo el Evangelio el concepto parece volverse aún más claro: "En él estaba la vida". Desde siempre se ha concebido la vida como movimiento y crecimiento (incluso en tiempos de San Juan), justamente al contrario de la muerte, que se concibe como el fin y la parálisis de cualquier movimiento.
El Evangelista sigue: "Y la vida era la luz de los hombres".
Parece que el historiador utilice las palabras "vida" y "luz" como sinónimos. ¿De qué luz se trata y qué es la luz? La física de vanguardia nos habla de unas partículas "virtuales" a las que llama "fotones" (fotos en griego quiere decir "luz"), o sea, de "cositas luminosas" que también están en la materia, en todos sus átomos y, particularmente, en los electrones que giran en torno al núcleo a gran velocidad (300.000 km. por segundo, aproximadamente).
"Y esta luz resplandece en las tinieblas y las tinieblas no la acogieron" (San Juan I, 1-5). Cuando uno lee esta sentencia experimenta casi un sentimiento de culpabilidad, porque se siente incapaz de descifrar el significado que esconde. Los agnósticos y los ateos apartan el problema que, no aparentando tener solución, no les interesa; quienes sí padecen son los cristianos que, aunque se refugien en su fe, se muestran aterrorizados ante esas tinieblas que les evocan el "pecado", el infierno.
Me parece más sensato interpretar las palabras del historiador (Juan el Evangelista) como una anticipación de la teoría de la "relatividad compleja" de Jean Charon. En aquel tiempo San Juan Bautista tuvo una intuición o quizás "vio" algo relacionado con un universo paralelo al nuestro, puesto que era un profeta.
Sin embargo, después de dos mil años el físico Jean Charon ha llegado a las mismas conclusiones en su laboratorio a través de experimentos y estudios que resolvían las cosas por medio de las matemáticas.
Charon parangona los electrones con "agujeros negros" repletos de luz, o sea, de fotones. En su conjunto estas "bolsitas" oscuras no dejan salir la luz que contienen porque están tan cerradas y encorvadas sobre sí mismas que determinan un espacio/tiempo distinto del que nos es familiar. El físico francés las ha llamado "eones" y les atribuye unas "memorias" especiales:
Conocimiento, Amor, Reflexión y Acto.
¿Podría ser este conjunto de electrones que no dejan salir la luz al exterior, las "tinieblas" a las que se refiere el Evangelio? Intentemos analizar lo que nos dice Charon sin dejarnos llevar por el romanticismo que, aunque muy bonito, nos ciega la razón.
La Reflexión es, en el sentido físico del término, la capacidad de un haz de luz de "golpear" en una pared lisa como la de un espejo y rebotar hacia atrás según unas determinadas leyes.
Para aclarar aún más las cosas podemos imaginarnos las paredes internas de aquellas "bolsitas oscuras" forradas de un espejo en el cual los fotones (la luz) se refractan, puesto que no pueden salir de allí (lo hacen sólo en determinadas ocasiones, como cuando se entrecruzan).
El Acto engloba las "actuaciones" que se desarrollan dentro de los electrones y que los físicos llaman "fuerzas fuertes" de naturaleza electromagnética.
Al hablar de Amor, Charon confiere al término un matiz romántico y rehusa utilizar el de "fuerza", que posiblemente los no tan románticos hubiesen entendido mejor. Si en lugar de "fuerza" ha escogido la palabra "Amor" es porque se trata de una fuerza todopoderosa que alguien ha llamado "Amor Incondicional". Podría ser, en mi opinión, la fuerza que aglutina las partículas de un mismo conjunto (véase el Teorema de Bell en el Apéndice). Aquel conjunto que constituye el alma de un individuo y además el conjunto de almas vinculadas por un
lazo especial entre sí.
Las palabras de Jesús: "Amaos los unos a los otros como yo os he amado" tienen más sentido si nos consideramos a nosotros mismos como pequeñas partículas repletas de luz que viajan en un Universo infinito junto con nuestros semejantes.
Finalmente, con Conocimiento, en mi opinión, ha querido aludir a las informaciones, o sea, a las "memorias" que están grabadas en los electrones.
Me parece bastante evidente el paralelismo que existe entre la teoría de Charon y lo que nos dice el Evangelio de San Juan.
El historiador explica además con claridad que San Juan Bautista era un profeta: "No era él la luz, si no que vino para dar testimonio de la luz" (San Juan I, 8). Hoy en día a este tipo de personas se les llama "videntes" o "visionarios" o sencillamente "sensitivos".
A propósito de las "bolsitas oscuras" y de las "tinieblas" que menciona el Evangelio, me llama la atención la coincidencia tan curiosa de que en algunas comunidades se celebre la fiesta de San Juan Bautista durante el solsticio de invierno, cuando en el hemisferio norte del planeta la noche es la más larga de todo el año, y también que casi todo el mundo celebre las Navidades en este mismo periodo, como para hacernos recordar que las tinieblas encierran en sí la Luz. Se trata de unas tradiciones que, curiosamente, han permanecido inalteradas a través de los siglos.
Prosigamos con las palabras del Evangelio.
"El verbo era la luz verdadera, que ilumina a todo hombre que viene a este mundo" (San Juan I, 9). "El Verbo" es algo que tiene "poder" como si de una fuerza se tratase (el Amor de Charon) y todo ser humano "lo" tiene, puesto que cada uno de nosotros está formado por átomos con sus conjuntos de electrones repletos de luz.
"En el mundo estaba, y el mundo fue por él hecho. Pero a todos los que les recibieron [...] dióles poder de llegar a ser hijos de dios (en minúsculas)" (San Juan I, 10 y 12).
La semejanza entre las palabras del evangelista y la teoría de Charon es evidente, como también lo es la correspondencia entre los "eones" de Charon y los "gérmenes morfogenéticos" de Sheldrake.
La terapia psicobiológica tiene como objetivo la toma del "contacto consciente" con esta realidad más sutil (o realidad virtual), de la cual aparecen unos destellos muy confusos en los sueños.
Evidentemente, en las sesiones con mis pacientes no hablo de fotones o de gérmenes morfogenéticos, simplemente recurro al símbolo universal para la humanidad que representa la luz: el sol. O sea, me remito a lo que C.G. Jung llama el «arquetipo existente en el inconsciente colectivo» y que actúa sobre la persona despertando la "memoria" inconsciente del poder, de la fuerza y de la alegría. Por poner un ejemplo representativo diré que otro "arquetipo colectivo", desde un punto de vista simbólico junguiano, es el de la "muerte", capaz de despertar en una persona en estado de relajación la "memoria" de la tristeza, del duelo y de la impotencia ante la separación. Su uso sería improcedente en la terapia porque potenciaría aún más los trastornos del sujeto.
A partir del momento en que el paciente "ve" y además " percibe" la luz del sol, por ejemplo como un calor suave dentro de sí o como un agradable cosquilleo, y encima se da cuenta de que el peso de su cuerpo ha variado, es completamente "libre" de escoger automáticamente" o, mejor dicho, conducido por su Conciencia Superior, la vida pasada a la que tiene que regresar para buscar en ella, el esquema que se ha quedado grabado en su memoria inconsciente y que se sigue repitiendo en la vida actual, causándole un sufrimiento psíquico, psicosomático o físico.
A menudo los relatos son muy ricos en detalles y el operador tiene que estar pendiente de todos los pormenores para no pasar por alto ninguno de ellos.
Para explicar los conceptos que acabo de exponer, voy a relatar el caso del "pecado original" (o karma) de Carmen, una chica que vino a mi consulta porque, aparte de sufrir una depresión, no podía parar de "picotear"dulces entre comidas.
En una de las sesiones me relató una historia que se desarrollaba en el norte de Alemania a finales del siglo XVIII y que aparentemente no tenía nada que ver con su problema. Lo curioso fue que esta misma historia la repitió durante tres sesiones seguidas concretando cada vez más los detalles. Tras haber escuchado el mismo relato por segunda vez me sentía desorientada porque, aunque Carmen se hubiese curado de su depresión, seguía "picando" como siempre y aquella historia parecía no tener ninguna utilidad para resolver el otro problema.
El relato empezaba siempre del mismo modo: "Estoy en un embarcadero y espero el barco que me lleva a la otra orilla del lago donde voy a trabajar".
En su historia vestía como un hombre aunque fuera mujer y su trabajo estaba relacionado con aquel de los leñadores de la aldea con quienes se acompañaba. Pertenecía a una familia muy pobre y, tras la muerte de su padre, que era albañil, tuvo que buscar trabajo para sustentar a su madre y a sus hermanos.
Había terminado casándose con un hombre rico de la misma aldea aunque no le quisiera.
Fue en el día en que por tercera vez me estaba contando la misma historia, cuando el asunto se esclareció.
-"Estoy bajo una tormenta y me estoy mojando hasta los huesos. Tengo frío".
-"Siga adelante en el tiempo y sitúese en un día importante de esta misma experiencia", le dije.
-"Estoy en cama, toso, me siento muy débil, no puedo ir a trabajar. Lo necesito, somos muy pobres. El médico dice que tengo tuberculosis. Escupo sangre". De repente cambia el tono de voz. -"Hay un chico que viene a verme, está enamorado de mí. Es muy rico y mi madre dice que me convendría casarme con él. Me cuida mucho, pero yo no le quiero".
La historia era la misma de las dos veces anteriores. Yo la escuchaba con interés preguntándome qué era lo que su Yo Superior quería señalarle.
-"Va pasando el tiempo", le digo. "¿Qué ocurre?".
-"Me levanto de la cama, me meten en una silla de ruedas y me llevan fuera a respirar aire".
Como seguía sin entender el nexo entre el relato y el problema de Carmen le pregunté:
-"¿Tiene usted mucha hambre ahora que está mejor?".
-"No, en absoluto".
Confieso que me sentía desorientada. "Siga contando lo que sucede. Pasa el tiempo. Sitúese en un día importante de esta vida".
-"Ya me he casado con él. Vivo en una casa muy bella con un gran jardín, tengo mucho servicio. Me siento mejor, pero aún estoy débil. Ahora estoy cayendo por una escalera".
-"Dígame qué pasa ahora".
-"Me dicen que he abortado. Me encuentro en la cama de mi habitación".
-"¿La cuidan?".
-"Oh sí, está mi madre conmigo y a menudo viene una sirvienta con una bandeja y me trae las vitaminas que el médico me ha rescrito.También está mi marido conmigo".
Aquella frase fue la chispa que esclareció el horizonte de mi comprensión: ¡las vitaminas en aquella época todavía no habían sido descubiertas! Decidí insistir sobre aquel particular.
-"¿Cómo son las vitaminas que le traen?".
-"Es un líquido aceitoso de sabor dulzón; no está mal, lo tomo acompañándolo con una especie de galletas".
Me sentí aliviada. Ahora la conexión entre la vivencia de Carmen y su vida actual era evidente.
-"Siga adelante en el tiempo".
Carmen continuó contándome que la trasladaron de la aldea en la que vivía a otro lugar donde el clima era más cálido y su salud empezó a mejorar. Seguía tomando sus "vitaminas" y ahora volvía a estar embarazada. Se sentía muy feliz por este acontecimiento a pesar de haber engordado y de poder ponerse sólo ropa ancha.
-"Es normal que sea así, estoy a punto de dar a luz".
En este punto la interrumpí: había llegado el momento de borrar el "patrón" equivocado grabado en su memoria "inconsciente".
-"Vuelva atrás en el tiempo. Acaba de trasladarse y empieza a sentirse bien". Pasan unos segundos, y me dice: "Ya estoy.
Me encuentro en mi jardín y estoy cortando flores".
-"¿Cómo se siente?" -"Muy bien, estoy fuerte. No estoy gorda, todavía no estoy embarazada".
-"¿Viene la sirvienta a traerle las vitaminas?".
-"Sí, aquí está".
-"Bien. No las tome. Tírelas".
-"No puedo, me faltaría algo". Rehusaba rotundamente tirar el frasco. Aunque no me guste coartar la voluntad de los pacientes, aquella vez, no tuve mas remedio:
-"Tírelas, por favor", insistí.
-"Las he tirado".
La cara de Carmen mostraba una expresión de tristeza.
-"Van pasando los días. ¿Cómo se siente?"
-"Estoy bien, me siento fuerte, tengo ganas de moverme, de salir a la calle".
-"Ya no toma vitaminas, ¿verdad?"
Sigo insistiendo sobre este punto porque es lo que yo llamo input, que hay que sugerir al paciente, porque no sólo sirve para borrar una memoria equivocada y/o molesta grabada en su ser, sino también para introducir en el "disquete" un programa nuevo, adecuado a la solución de su problema.
-"No, no las necesito; estoy bien".
Retoma la historia. Está embarazada y da a luz dos niñas.
Siente los dolores del parto y al reincorporarse me comenta: "Sí que es verdad, ¡los dolores del parto son bastante fuertes!".
A partir de aquella sesión, Carmen, que en una vida anterior no podía separarse de las "vitaminas" que tomaba entre comidas, dejó de picar.
Nunca más tuvo la necesidad imperiosa de acercarse a la nevera para buscar algo dulce o de entrar en una pastelería para comer pasteles.
El "pecado original", lo que estaba grabado en su memoria y le ocasionaba el sufrimiento era ¡tomar "vitaminas" con sabor dulzón!
Jesús dijo: "Pues en verdad, en verdad te digo que quien no naciere de nuevo no puede ver el reino de Dios [...] Lo que ha nacido de la carne, carne es; mas lo que ha nacido del Espíritu, es espíritu. No extrañes que te haya dicho: os es preciso nacer otra vez" (San Juan III, 3, 6-7). No es tan sencillo comprender, de entrada, estas palabras. Probablemente el Maestro se expresaría hoy en día con términos bien distintos; por un lado, partículas reales y materiales, o sea, con masa (la carne) y, por otro, partículas virtuales sin masa y campos de fuerza (el espíritu) aunque las dos partes estén íntimamente entrelazadas entre sí influenciándose recíprocamente.
Cuando se dice que el "Espíritu" actúa sobre la materia a través de los "milagros", son en realidad los campos de fuerzas los que actúan, puesto que las partículas materiales y virtuales forman un todo único como el cuerpo y el alma.
Jesús continúa hablando del Espíritu de este modo: "Pues el viento sopla donde quiere; y tú oyes su sonido, mas no sabes de dónde sale o adónde va; eso mismo sucede al que nace del Espíritu" (San Juan III, 8).
Hoy por hoy se hablaría de una corriente de electrones y del "Principio de Incertidumbre" de Heisenberg, o sea, del conjunto de las partículas que constituyen nuestra "alma", que repite la "memoria" allí grabada hasta hacerla visible, como en la pantalla de un ordenador (nuestro cuerpo) causándonos malestares y/o enfermedades. Sin embargo, el conjunto de fotones (la "luz") que residen en el interior de una tal corriente representa lo que Él llama el Reino de los Cielos, donde todo lo que pidamos nos será concedido puesto que somos "hijos" del conjunto de estos campos de fuerzas: hijos de Dios.
Aunque pueda parecer una blasfemia no lo es en absoluto, es la única manera de terminar de una vez de antropomorfizar a Dios. O sea, nos imaginamos a Dios como si fuera un hombre todopoderoso y poseedor de un amor muy grande similar a aquel que los hombres conocemos. Desde siempre los seres humanos hemos intentado comprender a Dios a través de nuestros parámetros y por ello lo hemos representado de forma muy ingenua: como un anciano con larga barba blanca que habita en un lugar impreciso situado en el cielo, o como un Ser Todopoderoso que castiga a los malos y premia a los buenos.
Esta última concepción es tan contradictoria como falsa. Si Dios es Amor Incondicional (campos de fuerzas que llenan todo el Universo), no le importa en absoluto castigarnos, y si es el Padre de todos y cada uno de nosotros, es totalmente impensable que encierre venganza o castigo. Para nuestra evolución, que muchos llaman "aprendizaje", una Mente Todopoderosa no tiene porqué recurrir a medios tan brutales. Dejemos que sean solo los hombres quienes se sirvan de tales instrumentos, y no metamos a Dios en cosas tan mezquinas.
Los antiguos Sabios afirmaban que no era posible pronunciar el nombre de Dios ni mucho menos verlo, por la sencilla razón de que no tenemos ningún modelo comprensible por nuestra racionalidad que pueda servirnos para representar a Dios.
Por el momento tenemos que conformarnos con el océano inmenso y sin límites de "partículas virtuales" (o campos de fuerzas) del que hablan los físicos de vanguardia o con las palabras de Juan el Evangelista: «En el principio era el Verbo».
Todos nosotros habitamos en un lugar que se podría parangonar con una gigantesca pelota envuelta por una red, de la cual no podemos escapar y cuyas mallas han sido "fabricadas" por el planeta Tierra.
Siguiendo tal analogía, la red será el campo gravitatorio que nos envuelve y en el que podemos medir el espacio y el tiempo, que son los mismos para todos. Es como si la red limitase una única dimensión, el espacio/tiempo, de la que no podemos salir.
Si nos desplazásemos en el espacio cambiaríamos de lugar, si nos moviéramos en el tiempo envejeceríamos. Pero, puesto que la red constituye una única dimensión, incluso si nos quedásemos en el mismo sitio iríamos envejeciendo mientras que la Tierra (y su red) seguiría girando en el espacio. Con esto quiero decir que nuestros cuerpos siguen manteniéndose en el espacio/tiempo que nos envuelve y en los cuales estamos acostumbrados a medir todo, porque ellos también forman parte del gigantesco campo gravitatorio (Tierra), y como envejecen deducimos que se desplazan en el tiempo/espacio de este campo.
Sin embargo, hay una parte de nosotros que se escapa de la red, o sea, del espacio/tiempo tal como lo concebimos. Esa "parte" es la que sueña todas la noches, incluso si al despertarnos nos parece que no hemos soñado nada.
Escaparse del espacio/tiempo "normal" conlleva una modificación de conciencia, una ampliación. En otras palabras, nos "damos cuenta" que existen "cosas y situaciones" distintas a las que nos rodean en estado de vigilia aunque no tengamos los parámetros idóneos para comprenderlas, para poderlas descodificar.
La ciencia descubre el alma.
© Dra. Clementina Lozzi
© Publiondas, Servicios de Comunicación S. L.
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Tel.: 93 238.43.43
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jueves, 23 de agosto de 2012
Flores de Bach para la epistaxis.
martes, 21 de agosto de 2012
lunes, 20 de agosto de 2012
Flores de Bach para la ansiedad.
También se puede adherir Olive para el desgaste mental o físico al que hayas estado sometido/a.
domingo, 19 de agosto de 2012
Flores de Bach para plantas
Hongos y plagas de insectos: Crab Apple. Ramas u hojas rotas: Star of Bethelehem o Rescue Remedy. Falta de vitalidad: Olive. Falta de resistencia: Hornbeam. Tras la floración, cuando la planta desgasta su energía en flores y frutos: Olive.
Para el aspecto apagado, caída de hojas, flores escasas prueba con Willow.
Mudanzas, podas y trasplantes: Walnut y Rocke Rose.
sábado, 18 de agosto de 2012
Flores de Bach para enfermos terminales.
Prueba a confortar y tranquilizar al enfermo terminal con Aspen por el miedo a lo desconocido y "al más allá de la muerte". Honeysuckle le ayudará a desprenderse de lo terrenal. Rescue Remedy para los familiares y para el enfermo si tuviese algún cuadro de ansiedad agudo.
viernes, 17 de agosto de 2012
miércoles, 15 de agosto de 2012
Flores de Bach para los celos.
Los celos en el adulto son el indicativo de tener una mala imagen de uno mismo. Estamos vulnerables porque hemos sufrido algún maltrato físico y/o psíquico o abuso sexual. Por lo que el individuo manipula para que le quieran, se muestra fuerte y generoso pero no lo es, lo hace para no estar solo pues no soporta la soledad. Ponemos Chicory para que dejen a los demás desarrollarse sin posesividad, Holly para el amor incondicional, Larch para el sentimiento de inferioridad y no esperar el fracaso, Agrimony para que deje de buscar la aprobación del exterior. Mimulus para el miedo a estar solos. Red Chesnut para la codependencia y Start of Bethlehem para terminar de hacer limpio sobre el trauma del pasado que le hizo perder el poder.
martes, 14 de agosto de 2012
miércoles, 8 de agosto de 2012
Flores de Bach para resfriados
En invierno hay menos Sol, por lo que no hace falta un motivo aparente para una bajada de ánimo, el simple hecho de vivir menos horas de Sol nos acarrea falta de serotonina. El efecto de la luz solar en los neurotransmisores del cerebro juega un rol significativo en las alteraciones estacionales del estado anímico. Sabemos que una bajada de ánimo afecta a nuestro sistema inmunológico, es entonces cuando nos atacan los virus.
Resfriado con moco: Elm para la congestión, Crab apple limpia las impurezas, Gentian para volver a tener fuerza, Sclerantus para recuperar la armonía.
Si el moco es transparente como una agüilla, añadimos Holly para el enfado o pena.
Si hay anginas Walnut para reforzar las defensas y Olive para el agotamiento que producen las enfermedades.
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